No puede negarse el gran esfuerzo de la autoridad por enfrentar los graves efectos económicos de la pandemia en Chile. Sin embargo, y así lo han hecho ver múltiples actores del ámbito de los negocios, el menú de soluciones se ha visto algo desprovisto de ideas creativas y que realmente impacten en un segmento clave de nuestro aparato productivo: las PYME.
El anuncio reciente de la Superintendencia de Pensiones que amplía el régimen de inversión de las AFP va en la dirección correcta, pero es insuficiente. ¿Una idea que sea innovadora, de mayor impacto y a la vez fácilmente aplicable? Que las facturas PYME sean ‘afpeables’, es decir, instrumentos en los que las administradoras puedan invertir directamente. Los mayores beneficios de esta propuesta: las facturas no requieren garantías estatales para transarse como otros instrumentos de renta fija y es una inyección directa de recursos a las PYME. ¿Qué falta para ponerla en marcha? NI siquiera una ley, sólo una norma administrativa de la Superintendencia de Pensiones.
Esta es una idea que viene dando vueltas hace más de una década. De hecho, la Bolsa de Productos la presentó a la Superintendencia en 2008. Siempre ha sido un anhelo permitir la participación de grandes inversionistas institucionales en el mercado bursátil de facturas, el cual se ha consolidado como una fórmula muy relevante para el financiamiento PYME. Hoy pasó a ser una necesidad.
Existen potentes razones para que esto se implemente, de una forma simple, directa y rápida, lo que permitirá canalizar recursos frescos de los fondos de pensiones y otros institucionales a miles de pymes proveedoras de grandes empresas.
Lo primero a destacar es que las facturas custodiadas y negociadas en las bolsas de productos son instrumentos financieros largamente superiores a una factura común, en términos de riesgos de crédito, riesgos operacionales, transparencia y liquidez. Estas facturas especiales o ‘prime’ tienen una serie de resguardos legales en favor de los compradores. Uno de ellos es que poseen mérito ejecutivo y son emitidas contra pagadores registrados y previamente confirmadas por el pagador. Por último, estamos hablando de un mercado regulado y supervisado por la Comisión para el Mercado Financiero.
Lo segundo, este proyecto convierte la factura en un instrumento, que sin ser un valor, es similar a ciertos instrumentos que se transan como tales en el mercado de renta fija, no requiriendo necesariamente garantía estatal y con acceso a un mercado secundario regulado.
Lo tercero, las PYME que emitan estas facturas obtendrán tasas de financiamiento muy bajas, comparables al costo de financiamiento de grandes empresas, dado que son cesiones de facturas sin responsabilidad.
Cuarto, las AFP accederán a sectores productivos y de servicios no presentes en el mercado de capitales local (principalmente minería) mejorando sus índices de diversificación.
Finalmente, los pensionados obtendrán atractivas tasas de rentabilidad comparadas a los retornos de los instrumentos clásicos de renta fija de corto plazo (depósitos, letras, pagarés, instrumentos de intermediación, etc).
Ahora es el momento de actuar, para darle mayor profundidad al mercado de capitales local e inyectar recursos a nuestra alicaída economía doméstica. Las PYME ya no pueden esperar.
Christopher Bosler, gerente general Bolsa de Productos
Diario Financiero
14 de mayo, 2020
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