Fuente: Pulso.cl
Por Christopher Bosler.
Le guste o no a la gran masa de empresas pagadoras de facturas, la Bolsa de Productos de Chile posee la información precisa de los plazos de pago a sus proveedores.
La migración de los procedimientos de pago a proveedores hacia el formato digital ha permitido extraer y estudiar prácticamente en tiempo real las diversas características de las facturas que traen a la Bolsa de Productos los proveedores de las grandes empresas del país, profundizando el grado de trazabilidad sobre estas.
A la Bolsa de Productos de Chile (BPC) en su condición de entidad regulada y supervisor del mercado bursátil de facturas, le ha tocado casi accidentalmente transformarse en un observador de las buenas y malas prácticas de las grandes empresas. La BPC, en su función de proveer financiamiento a empresas a través de la venta de sus facturas o inventarios agrícolas, también genera y difunde información interesante para mejorar la productividad de las pymes.
Le guste o no a la gran masa de empresas pagadoras de facturas, la BPC posee la información precisa de los plazos de pago a sus proveedores, debido a que parte de sus funciones es custodiar los documentos y recaudar los pagos en favor de los inversionistas, contando con diversas protecciones legales. Es así como ha creado el ya renombrado Índice de Plazos de Pago, que recientemente mostró un incremento relevante en los plazos de pago a las pymes.
En términos generales, las grandes empresas en Chile al menos intentan mejorar sus prácticas corporativas, destacándose compañías con nombre y apellido como CAP, Codelco, Agrosuper, Colbún, Gasco, entre otras, que han comprendido que la preocupación por sus proveedores crea un círculo virtuoso para ambos. Sin embargo, todavía queda bastante camino por recorrer para que más firmas faciliten mecanismos más trasparentes y competitivos de pago y financiamiento.
Por otro lado, tampoco creemos que la solución pase por establecer plazos de pago fijos por ley según tamaño de empresa, ya que genera distorsiones y poca flexibilidad en las relaciones comerciales. En realidad, la solución ideal se encuentra en una buena autorregulación de parte de las empresas pagadoras, sea individual o gremial, como ha estado postulando recientemente la CPC, que busque aumentar el grado de certeza en los pagos, desincentivando mayores trabas regulatorias y aportando mayores equilibrios en las relaciones empresariales.
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