El inicio de un emprendimiento es siempre un camino con algunos tramos pedregosos y otros llanos, que requiere de destrezas e ímpetus puestos constantemente a prueba. Usualmente, la rentabilidad es la meta principal y, el ojo de negocio, la mejor estrategia.
La pequeña y mediana empresa en nuestro país compone gran parte de la fuerza laboral, sin embargo, los niveles de deserción de sus empresarios son más altos que los que podrían llegar a desearse. La falta de preparación, el escaso reconocimiento de la movilidad del mercado y el desconocimiento de las herramientas de las que es posible disponer, son causas comunes para este tipo de fracasos.
El factoring en Chile es una de las armas más ventajosas a las que se puede recurrir a la hora de obtener dinero fresco con el que salir de apuros o agilizar gestiones comerciales. Ingresar al mercado de facturas y obtener rápida liquidez mediante el factoring puede ser garantía de éxito comercial en casos tanto de crisis como de bonanza.
Las bondades del factoring en el mundo financiero derivan de su misma definición, puesto que consiste en la transformación de los activos de una empresa en dinero efectivo y real gracias a un contrato que permite ceder las facturas y otros créditos a un ente proveedor. Así, las compañías pueden dejar de depender, en las ocasiones que lo amerite, de los plazos de pago de sus socios cuando éstos se extienden a un punto tal de amenazar las finanzas de la empresa o en cualquier otra situación que para el mercado de facturas resulte de real peso.
Las pequeñas y medianas empresas disponen, con frecuencia, de un abanico de provisiones económicas limitado y en crecimiento, con deudas que no facilitan la rápida percepción de utilidades. Entonces, cuando se trata de proveer un respaldo comercial sólido para el emprendimiento, todo factoring habrá de resultar una alternativa digna de revisar.
Dentro de los marcos de la normativa vigente, es posible participar del factoring dentro de un entorno de mercado transparente, público y regulado por la Superintendencia de Valores y Seguros. En este mercado participan proveedores, inversionistas, pagadores de facturas y corredores. Además, las facturas a negociar deben cumplir con algunos requerimientos básicos para la ley de factoring, como por ejemplo el contar con mérito ejecutivo y confirmación de fecha de pago por parte del pagador de la factura.
Como representante de una pequeña o mediana empresa, un individuo puede actuar como proveedor de este mercado vendiendo sus facturas a inversionistas mediante la acción de los corredores de la bolsa de productos. Una vez revisados todos los términos, el proveedor cede sus facturas a la bolsa para que sean negociadas por los corredores, en base a precios de mercado, funcionales a la oferta y demanda.
Una vez realizada la transacción, el proveedor recibirá el pago por el precio de su factura, tras el descuento de una tasa y ciertas comisiones relativas a las operaciones de remate de su activo. Por otro lado, el proveedor no será responsable del cobro de sus facturas, y será el corredor quien se haga cargo de las utilidades que obtenga el inversionista tras su participación en la bolsa de productos.
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